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Los miedos sexuales masculinos (I)

17-10-2018

En la anterior entrada hablamos de la ansiedad como principal factor motivador de las disfunciones sexuales masculinas (falta de erección y eyaculación rápida o precoz). Decíamos que en gran medida esta ansiedad venía dada debido al modelo de sexualidad que nuestra cultura «impone». Un modelo donde la principal responsabilidad de que la relación sexual «funcione» recae en el hombre. De este modo el hombre se siente responsable de llevar la iniciativa, de hacer que la relación sexual vaya bien, de dar la talla, de que la pareja disfrute, de controlar la situación en todo momento, etc.

Así pues, nos encontramos con muchos hombres que acuden a la relación sexual con una actitud más parecida a la de «pasar un examen» en vez de hacerlo con el fin de disfrutar, obtener placer, disfrutar, expresar y sentir determinadas emociones y sentimientos, etc. Olvidando, por tanto, cuáles son las principales funciones o finalidades de la sexualidad humana, entre las que no debería haber las ligadas al cumplimiento de determinados deberes y/o responsabilidades (ya tenemos suficientes como para convertir la sexualidad en una más !!).


Evidentemente esta situación puede provocar que el hombre pueda «interpretar» la relación sexual como un «peligro» si no se desarrolla según el «guión previsto» y es aquí donde la ansiedad suele hacer acto de presencia.


Algunos de los miedos sexuales que el hombre puede sentir antes o en el transcurso de una relación sexual pueden estar relacionadas con su desarrollo o con la técnica, por decirlo de alguna manera, mientras que otros pueden estar relacionadas con cuestiones más de tipo socio-cultural y moral.

A continuación enumeraremos 5 de los principales miedos sexuales masculinos:

- El miedo a ser estéril:
A pesar de que para mucha gente los fines principales de la sexualidad van ligados al placer y a la expresión de emociones y de sentimientos, no hay duda de que, al menos en una determinada época de la vida, la reproducción se convierte también en una importante función de la sexualidad. De hecho, en sentido estricto, el origen de la sexualidad tiene que ver con la reproducción. Así pues, cuando llegada la hora la pareja se plantea el tener descendencia y aparecen las primeras dificultades, puede empezar por algunos hombres (y también mujeres) un auténtico calvario al no poder cumplir con uno de los principales «deberes» como seres vivos: reproducirnos.

Algunas frases populares nos recuerdan este "deber" y actúan como elementos de presión cuando nos encontramos en estas circunstancias, por ejemplo:


Una pareja sin hijos es como un jardín sin flores.
En la vida tienes que plantar un árbol, escribir un libro y tener un hijo.
Allí donde hay niños / as hay alegría (y viceversa).
...

Frases como éstas hacen que el hombre (y la mujer) se sienta desvalorizado y que su identidad se vea mermada. No ser padres (y madres) no nos da el mismo estatus que el resto, y por tanto, no nos sentimos igual que el resto. Un hombre sin el «título» de padre, no es como los demás, es un hombre incompleto (sobre todo teniendo pareja femenina y a una determinada edad), y lo mismo le pasa a la mujer con la maternidad.

 

Continuaremos...

 

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