Uno de los indicadores que confirman que no estás viviendo la vida que quieres y te sientes esclavo o esclava de los demás o de las circunstancias, es el número de veces que pronuncias la forma verbal "tener que”
Tengo que trabajar aquí. Tengo que dedicarme a ello. Tengo que cuidar a tal persona. Tengo que cumplir con los deseos de tal otra. Tengo que comportarme así. Tengo que ser así o hacer eso en mis relaciones de amistad o pareja. Tengo que ahorrar. Tengo que ganar mucho dinero. O al contrario, tengo que ser pobre, porque así seré fiel a mi sistema familiar. Tengo que cuidar los niños siempre, porque soy la madre. Tengo que pasarme todo el día en el trabajo, porque soy el hombre y ya se sabe, el macho tiene que encargarse de traer el dinero a casa. ¿Te suena?
Tengo que. Tengo que. Tengo que. Pero, realmente, ¿quieres?
¿Cuántos de estos "tengo que" ahogan tu vida? ¿Cuáles de tus valores estás traicionando con cada uno de ellos? ¿Qué límites necesitas poner? ¿Cómo de presente es el "NO" en tu vida? ¿Y el "sí"? ¿Qué necesidad no estás satisfaciendo? ¿Cuántos de estos "tengo que" podrías transformar con un "Yo quiero"?
¿Cuál de estas preguntas te resuena más?
Tu lenguaje dice más de ti de lo que crees, y en el fondo y la mayoría de las veces, cada vez que dices "tengo que" estás emitiendo la declaración de que no estás siendo coherente contigo mismo/a.
Y esa incoherencia también se ve reflejada en tu cuerpo. Y el cuerpo nunca miente. ¿Te has fijado en tu postura corporal y con tus emociones cada vega que dices "tengo que"? ¿Qué dicen?
Detrás de cada "tener que" se esconde, la mayoría de las veces, un mandato familiar muy profundo, o una creencia cultural de origen judeocristiano que te tragaste como verdad incuestionable, para ser aceptado, para ser reconocido, amado o para protegerte de determinado dolor o sufrimiento.
¿Qué puedes hacer para deshacerte del modo "Tengo que" que ya no te sirve, e instalarte en el modo "Yo quiero elegir si tengo que o quiero"?
Sólo existe un camino: trabajarte. Cuestionar tus creencias limitantes, tus juicios, tu posición o lugar en los sistemas donde interactúas, tus patrones de comportamiento, entrar en tus emociones, sentirlas y escuchar su mensaje, fomentar el movimiento corporal para empoderarte a tomar acción y poder responsabilizarse de tus decisiones desde tu autenticidad.
Se trata de un trabajo que requiere coraje y compromiso.
Te propongo un ejercicio.
Te dejo con la cita del maestro, Julio Olalla:
"Lo que realmente nos hace sufrir es pensar y sentir que la realidad que no nos gusta no puede cambiar, que no es modificable y no hay otras alternativas para vivir de otra manera"
Pere Berga
Coach Ontológico y Sistémico.